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2696. Los lugares más favorables para la oración son el oratorio personal o familiar; los monasterios,
los santuarios de peregrinación y, sobre todo, el templo que es el lugar propio de la oración litúrgica
para la comunidad parroquial y el lugar privilegiado de la adoración eucarística.
CAPITULO TERCERO
LA VIDA DE ORACION
2697. La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin
embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la
tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un "recuerdo de Dios", un
frecuente despertar la "memoria del corazón": "Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de
respirar" (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 1, 4). Pero no se puede orar "en todo tiempo" si no se
ora, con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oración cristiana, en
intensidad y en duración.
2698. La Tradición de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oración destinados a alimentar la
oración continua. Algunos son diarios: la oración de la mañana y la de la tarde, antes y después de
comer, la Liturgia de las Horas. El domingo, centrado en la Eucaristía, se santifica principalmente por
medio de la oración. El ciclo del año litúrgico y sus grandes fiestas son los ritmos fundamentales de la
vida de oración de los cristianos.
2699. El Señor conduce a cada persona por los caminos que Él dispone y de la manera que Él quiere.
Cada fiel, a su vez, le responde según la determinación de su corazón y las expresiones personales de
su oración. No obstante, la tradición cristiana ha conservado tres expresiones principales de la vida de
oración: la oración vocal, la meditación y la oración de contemplación. Tienen en común un rasgo
fundamental: el recogimiento del corazón. Esta actitud vigilante para conservar la Palabra y
permanecer en presencia de Dios hace de estas tres expresiones tiempos fuertes de la vida de oración.
Artículo 1.- LAS EXPRESIONES DE LA ORACION
I. LA ORACION VOCAL
2700. Por medio de su Palabra. Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales,
nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquel a quien
hablamos en la oración. Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras sino del
fervor de nuestras almas (San Juan Crisóstomo, ecl. 2).
2701. La oración vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana. A los discípulos, atraídos por
la oración silenciosa de su Maestro éste les enseña una oración vocal: el "Padre Nuestro". Jesús no
solamente ha rezado las oraciones litúrgicas de la sinagoga; los Evangelios nos lo presentan elevando
la voz para expresar su oración personal, desde la bendición exultante del Padre (cf Mt 11, 25-26)
hasta la agonía de Getsemaní (cf Mc 14, 36).
2702. Esta necesidad de asociar los sentidos a la oración interior responde a una exigencia de nuestra
naturaleza humana. Somos cuerpo y espíritu y experimentamos la necesidad de traducir exteriormente
nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser para dar a nuestra súplica todo el poder
posible.
2703. Esta necesidad responde también a una exigencia divina. Dios busca adoradores en espíritu y en
verdad y, por consiguiente la oración que brota viva desde las profundidades del alma. También
reclama una expresión exterior que asocia el cuerpo a la oración interior, esta expresión corporal es
signo del homenaje perfecto al que Dios tiene derecho.
2704. La oración vocal es la oración por excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente
humana. Pero incluso la más interior de las oraciones no podría prescindir de la oración vocal. La
oración se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de Aquel "a quien hablamos" (Santa
Teresa de Jesús, cam. 26). Por ello, la oración vocal se convierte en una primera forma de oración
contemplativa.
II. LA MEDITACION
2705. La meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo
de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace falta una atención difícil de
encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de algún libro, que a los cristianos no les falta: las
Sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o
del tiempo, los escritos de los Padres espirituales, las obras de espiritualidad, el gran libro de la
creación y el de la historia, la página del "hoy" de Dios.
2706. Meditar lo que se lee conduce a apropiárselo confrontándolo consigo mismo. Aquí, se abre otro
libro: el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad. Según sean la humildad y la fe, se
descubren los movimientos que agitan el corazón y se les puede discernir. Se trata de hacer la verdad
para llegar a la Luz: "Señor, ¿qué quieres que haga?".
2707. Los métodos de meditación son tan diversos como diversos son los maestros espirituales. Un
cristiano debe querer meditar regularmente; si no, se parece a las tres primeras clases de terreno de la
parábola del sembrador (cf Mc 4, 4-7. 15-19). Pero un método no es más que un guía; lo importante es
avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús.
2708. La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta
movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del
corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a
meditar "los misterios de Cristo", como en la "lectio divina" o en el Rosario. Esta forma de reflexión
orante es de gran valor, pero la oración cristiana debe ir más lejos: hacia el conocimiento del amor del
Señor Jesús, a la unión con Él.
III. LA ORACION DE CONTEMPLACION
2709. ¿Qué es esta oración? Santa Teresa responde: "No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino
tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama" (vida 8).
La contemplación busca al "amado de mi alma" (Ct 1, 7; cf Ct 3, 1-4). Esto es, a Jesús y en Él, al
Padre. Es buscado porque desearlo es siempre el comienzo del amor, y es buscado en la fe pura, esta fe
que nos hace nacer de Él y vivir en Él. En la contemplación se puede también meditar, pero la mirada
está centrada en el Señor.
2710. La elección del tiempo y de la duración de la oración de contemplación depende de una
voluntad decidida reveladora de los secretos del corazón. No se hace contemplación cuando se tiene
tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el Señor con la firme decisión de no dejarlo y volverlo
a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. No se puede meditar en todo
momento, pero sí se puede entrar siempre en contemplación, independientemente de las condiciones de
salud, trabajo o afectividad. El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro, en la pobreza y en la
fe.
2711. La entrada en la contemplación es análoga a la de la Liturgia eucarística: "recoger" el corazón,
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