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señal a la nave, y los humanos serán recogidos. Si vosotros cuatro tenéis éxito, entonces
ya seréis seis, y quizá también vosotros estéis ya de vuelta en Lo.
Me enfocó por un rato, sin hablar, y no pude dejar de pensar que, si no éramos
cuidadosos, quizá no viviéramos para regresar a Lo. Tal vez no volviese a ver a mis
padres. Nikanj debía de haber estado pensando lo mismo.
Lelka, tengo recuerdos que darte me dijo , déjame pasártelos ahora. Creo que ya
es hora.
Recuerdos genéticos. Copias viables de células que Nikanj había recibido de su propio
padre ooloi, que había recogido por él mismo o que había aceptado de sus cónyuges e
hijos. Había duplicado todo lo que poseía, y ahora me iba a pasar toda aquella herencia.
Pues yo ya era un adulto atriado.
Y, sin embargo, mientras Nikanj se adelantaba entre Ahajas y Dichaan y tendía hacia
mí sus cuatro brazos, yo no me sentí un adulto, y tuve miedo de dar este paso final, de
recibir este toque definitivo. Era como si Nikanj me estuviese diciendo: «Aquí está tu
herencia, mi regalo/deber/placer final para ti». Punto final.
Pero Nikanj no me dijo nada. Cuando me tocó, me eché hacia atrás, resistiéndome. Él,
simplemente, esperó a que me hubiese calmado; entonces habló:
Debes tener esto antes de marcharte, Lelka. Hizo una pausa . Y debes pasárselo
a Aaor tan pronto como esté atriado y sea estable. ¿Quién sabe cuándo me volveréis a
ver vosotros dos?
Me obligué a mí mismo a introducirme en su abrazo y, de inmediato, me sentí asido y
penetrado, mantenido absolutamente inmóvil, pero no paralizado. Nikanj tenía un toque
mucho más suave que el que yo había logrado. Y, aun así, daba placer..., incluso a mí...,
incluso entonces.
De repente, el mundo pareció estallar en una deslumbrante luz blanca a mi alrededor.
Ya no podía mirar más allá. Todos mis sentidos se volvieron hacia mi interior, mientras
Nikanj usaba ambas manos sensoriales para inyectar una oleada de células individuales,
cada una de ellas un auténtico plano mediante el cual podría ser construida toda una
entidad viva. Las células fueron directas a mi recién madurado yashi. El órgano pareció
sorberlas del mismo modo que yo había sorbido la leche, en otro tiempo, del pecho de mi
madre.
Noté una inmensa nueva sensación. Era vida en más variedades de las que jamás
podría haber imaginado..., unidades únicas de vida, la mayoría de ellas jamás vistas en la
Tierra. Generaciones de recuerdos que ser examinados, memorizados y, o bien
conservados en estasis, o bien permitidos vivir su período natural y luego dejados morir.
Aquellos que yo podía recrear a partir de mi propio material genético no tenía que
mantenerlos con vida.
Al principio, la avalancha de información me resultó incomprensible. La recibí y la
almacené y, mientras lo hacía, sólo algunos retazos llamaron mi atención. Habría mucho
tiempo para examinar el resto. No perdería nada de la misma y, una vez la comprendiese,
jamás la olvidaría.
Cuando terminó el chorro y Nikanj estuvo seguro de que podía mantenerme en pie por
mí mismo, me soltó.
Me sentía confuso, repleto de información, abrumado por la nueva sensación,
estupefacto, incapaz de hacer poco más que mantenerme por mí mismo en pie. Oía lo
que decía Nikanj, pero el significado de sus palabras tardó en llegarme lo que me pareció
ser mucho tiempo. Noté que me tocaba de nuevo con un brazo sensorial, luego me atraía
hacia él y me llevaba caminando hasta Tomás, que estaba haciendo un hatillo con la
hamaca de Lo y otras cosas que mis padres le habían dado.
Tomás se levantó al momento y me tomó de brazos de Nikanj. Según yo recordaría
luego, tuvo buen cuidado de no tocar a Nikanj, pero no le preocupaba ya su cercanía. Ése
era el modo en que se comportaban los adultos atriados..., sin problemas los unos con los
otros, porque sabían a dónde pertenecía cada uno, y también lo que cada uno de ellos
debía o no hacer.
¿Qué le has hecho? preguntó Tomás.
Le he pasado la información que puede necesitar en este peligroso viaje que va a
hacer con vosotros. Ahora su estado se parece un poco al que tendría un humano
borracho, pero en unos momentos se encontrará bien.
Tomás me miró, dubitativo.
¿Estás seguro? preguntó . íbamos a irnos.
Estará perfectamente.
Esto lo recordé luego, del modo en que recordaba las cosas que percibía mientras
estaba dormido. Tomás me sentó junto a él, acabó de preparar su mochila y de enrollar
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