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espacio, pero han ocurrido algunas veces. En estos casos, los ataques son generalmente temporales. Cuando
pasan, la víctima empieza a recordar detalles de su trabajo antes del menor recuerdo personal. Después de
todo, la misión del analista del espacio es su vida. Con mucha frecuencia el amnésico es detenido porque anda
errante por una biblioteca pública buscando referencias al análisis del espacio.
-Comprendo. Entonces quiere usted que arregle una cita con el Gremio de Bibliotecarios para que le comunique
en el acto esta situación.
-No, porque no preveo ninguna perturbación en este sentido. Quisiera pedir que se hiciese una reserva de
ciertas obras sobre el análisis del espacio y que todo aquel que las pidiese, fuera de los que pueden probar que
son indígenas sarkianos, fuese detenido e interrogado. Estarán de acuerdo en ello porque sabrán que este plan
no dará ningún resultado.
-¿Por qué no?
-Porque -respondió Junz hablando apresuradamente, presa de un acceso de furia temblorosa estoy seguro de
que nuestro hombre aterrizó en el aeropuerto de Sark tal como lo había proyectado y, cuerdo o psicótico, fue
encarcelado y probablemente muerto por las autoridades de Sark.
Abel dejó sobre la mesa un vaso casi vacío.
-¿Está usted bromeando?
-¿Tengo aspecto de bromear? ¿Qué me ha dicho usted hace apenas media hora acerca de Sark? Su vida, su
prosperidad y su poderío dependen de su dominio de Florina. ¿Qué me han demostrado mis lecturas durante
estas últimas veinticuatro horas? Que los campos de kyrt de Florina son la riqueza de Sark. y aquí nos
encontramos con un hombre que, cuerdo o psicótico, no tiene importancia, proclama que algo de importancia
galáctica ha puesto en peligro la vida de todos los habitantes de Florina. Fíjese en la trascripción de la última
conversación de este hombre.
Abel cogió el alambre de plata que Junz le había arrojado al regazo al entrar y aceptó el aparato lector que le
tendía. El hilo se desarrolló lentamente mientras los ojos vagos de Abel iban animándose.
-No es muy informativo -dijo.
-Desde luego, no. Dice que hay un peligro. Dice que el peligro es urgente, Pero no hubiera debido ser nunca
mandado a los sarkitas. Aunque el hombre esté equivocado, ¿puede el gobierno sarkita permitir la radiación de
cualquier locura, admitiendo que sea una locura lo que tenga en la cabeza y esparcirla por toda la Galaxia?
Dejando aparte el pánico que podría suscitarse en Florina, la interferencia con la producción de kyrt, se da el
hecho de que toda la sucia combinación de las relaciones políticas Florina-Sark quedaría expuesta a la vista de
toda la Galaxia. Considere además que les bastaría suprimir un hombre para evitar todo esto; puesto que yo no
puedo intentar acción alguna por la sola trascripción, y lo saben. ¿Se detendría Sark ante un asesinato en este
caso? Un mundo basado en experimentos gen éticos como el que usted describe no vacilaría.
-¿Y qué quiere usted que yo haga? No estoy todavía muy seguro, debo confesarlo -dijo Abel, al parecer
inconmovible.
-Descubrir si lo han matado -dijo Junz severo-. Debe usted tener una organización de espionaje aquí. ¡Oh, no
finjamos...! Llevo el tiempo suficiente rondando por la Galaxia para haber pasado mi adolescencia política.
Llegue usted al fondo del asunto mientras yo distraigo su atención con mis negociaciones bibliotecarias. y una
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vez haya usted descubierto quiénes son los asesinos, quiero que Trantor se ocupe de que nunca más un
gobierno de la Galaxia se imagine que puede matar a un hombre del CAEI y quedar impune.
y aquí había terminado su primera entrevista con AbeI.
Junz tenía razón en una cosa. Los funcionarios sarkitas cooperaban e incluso simpatizaban con cuanto hacía
referencia a los arreglos bibliotecarios. Pero no parecía tener razón en nada más. Pasaron los meses y los
agentes de Abel no consiguieron encontrar rastro del desaparecido en Sark, ni. vivo ni muerto.
Durante once meses la situación no cambió y Junz empezó a mostrarse dispuesto a abandonar la partida. Casi
decidió esperar sólo hasta el doceavo mes y no más. y entonces la ruptura se produjo, pero no por parte de
Abel, sino por el casi olvidado hombre de paja que él mismo había puesto el) acción. Llegó a él una
comunicación de la Biblioteca Pública de Sark y Junz se encontró un día sentado delante de un funcionario civil
floriniano en el Centro de Asuntos Florinianos.
El funcionario completó su composición mental del asunto. Había vuelto la última página.
-Y ahora, ¿qué puedo hacer por usted? -preguntó levantando la vista.
-Ayer a las 4,22 de la tarde -dijo Junz con precisión-, fui informado de que la Biblioteca Pública de Sark tenía a
mi disposición un hombre que había intentado consultar dos textos sobre análisis espacial y que no era un
indígena sarkita, No he sabido nada más de la biblioteca desde entonces.
Continuó llevando la voz, para cortar en seco algún comentario iniciado por el empleado.
-Un telenoticiario recibido mediante un instrumento público propiedad del hotel donde me hospedo¡ y fechado a
las 5,05 de ayer tarde, afirma que un miembro de la Patrulla de Florina había sido dejado sin sentido en la
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